Trama de El niño con el pijama de rayas


Este libro se desarrolla en Berlín, donde vive un niño de 9 años con muchas dudas, con ganas de llegar a ser un gran explorador.

Es hijo de un comandante de un campo de concentración Nazi, tiene una hermana llamada Gretel, a la que dice que está loca de remate. Vive en una casa de 5 pisos contando el sótano, ama su casa pues tiene una buhardilla en la que puede contemplar todo Berlín al pararse de puntillas. Un día tiene que mudarse de casa, para indignación de Bruno, que tenía que dejar a sus tres mejores amigos para toda la vida: Karl, Daniel y Martín. Su vida en la nueva casa no iba muy bien, y echaba de menos su vieja casa en Berlín, pero un día, un hecho cambiaría para siempre su vida…

Después de un día de escuela, llega a su casa y ve a su niñera María sacando todas sus cosas del armario y poniéndolas en cuatros cajas, a los minutos después se enterarse que se tiene que cambiar de casa por el trabajo de su padre, que Hitler, mejor conocido como el furias en el libro le dice que tiene que irse a Auchviz para estar el pendiente de el campo de concentración con personas judías recluidas ahí. La familia sabía que no iba a ser fácil irse de repente a un lugar totalmente desconocido para ellos pero también sabía que no iba a ser fácil contradecir al furias o al padre de Bruno, quien no estaba dispuesto a que su familia lo contradijeran y llegase a tener problemas con el furias. Después de avisar a toda la familia, de que tenían que irse, Bruno no quería, y nadie lo haría cambiar de opinión, el no quería irse de ahí pero él sabía que tenía que irse, que contradecir a quien fuese le iba a traer problemas, y no quería tenerlos. A sus 9 años de edad su opinión era simplemente una cosa tonta para los adultos, quien solo lo veían como un niño inocente, que realmente era lo que era, pero él decía que no, que para su edad podía llegar a saber más que un adulto.

Cuando llego a su casa nueva por primera vez, y la vio se sorprendió demasiado porque esta casa era todo lo contrario a su casa en Berlín y no podía creer que de verdad fueran a vivir allí. La casa de Berlín se encontraba en una calle tranquila donde había otras casas muy grandes también, y le gustaba contemplaras porque eran casi iguales a la suya, aunque no idénticas, y en ellas vivían niños con los que Bruno jugaba, con sus amigos y con los que no jugaba, que eran sus rivales. La nueva casa era aislada, se encontraba en un sitio vacio, desolado, y no había ninguna otra casa cerca, lo que significaba que no habría otras familias ni otros niños con los que el pudiese llegar a jugar en su estancia en la casa nueva. En su antigua casa Bruno todavía podía encontrar rincones que no había explorado antes, incluso había habitaciones, como el despacho de su padre en los que no había llegado a entrar, si no que solo había curioseado.

Bruno en su estancia en la casa nueva se sentía demasiado infeliz porque no le gustaba para nada estar ahí, extrañaba a sus amigos, a sus exploraciones dentro de su casa de 5 pisos. Con la única persona a la hablaba era María cuando ésta entraba a su cuarto a arreglar su ropa, ni siquiera quería hablar con sus padres porque estaba muy enojado de que tuvieran que cambiarse de casa si estaban muy bien y muy felices en Berlín ¿cómo una familia tan prestigiada podía irse a una casa como la que se encontraba ahora? Simplemente no lo sabía, y no estaba de acuerdo con eso.

Bruno en el cuarto donde se quedaba en su casa nueva tenía una ventana que se encontraba al lado opuesto de la puerta y se prolongaba a lo largo de la pared, parecía a la buhardilla de la casa de Berlín, sólo que no estaba tan alta y no necesitaba ponerse de puntillas. Esta daba a un lugar totalmente desconocido para él, se asombró al ver lo que veía, eran simplemente personas de diferentes edades vestidas con una pijama de rayas, a sus 9 años de edad era realmente inocente y orgulloso de su lugar de procedencia que no sabía que esas personas vestidas con el pijama de rayas eran personas judías recluidas en un campo de concentración al mando de su padre, quien era totalmente malo con esas personas y si él lo supiera, se decepcionaría porque él creía que su padre era bueno, pero claro obvio que era bueno, pero solo con las personas de su alto nivel, no con las personas pobres que eran judías y eran totalmente esclavos de él y de todos sus tenientes. Todo eso era obra de Hitler, el furias quien se encargaba de que esas personas sufrieran ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no simplemente dejarlas ir a que fueran felices y llegaran a ser algunos exploradores? esos serías los pensamientos de Bruno si se enterara de quienes eran esas personas.
Su hermana, quien solo era tres años mayor que ella sabía de todo lo que su padre hacía, pero Bruno no sabía que ella sabía, porque él creía que su padre hacía cosas buenas por los demás, pero no era así, era todo lo contrarió a lo que él pensaba. Su inocencia no lo dejaba ver mas allá de lo positivo a todo de lo que él veía en las personas que lo rodeaban.
En el lugar donde ahora habitaba Bruno y que él y Gretel había visto por su ventana y le había comentado a Gretel de lo que él vio por su ventana era donde había mucho tipo de personas, para empezar, no eran niños. Al menos no todos, había niños pequeños, niños mayores, pero también padres y abuelos. También había personas de las que vivían en las calles y que parecían no tener familia pero él se preguntaba ¿Dónde estaban las madres, las abuelas y las niñas? No lo sabía, pensaba que estaban en alguna otra zona.
Bruno estaba cansado de estar en ese lugar, a las únicas personas que veía era María, su madre, la tonta de remate de su hermana, al teniente Kotler, quien vio una vez saliendo del cuarto de sus padres, que se había hecho amigo de Gretel, y que a Gretel le había gustado, a su padre, a quien veía muy pocas veces, y a los otros tenientes que entraban y salían del despacho de su padre. Estaba demasiado cansado de lidiar con eso todos los días.
Tiempo después su madre decidió que él y Gretel debían de ir a la escuela, pero obviamente no los iba a mandar a una escuela de un lugar como el de Auchviz, así que decidió contratar a alguien para que les diera clases. Al darles clases, el maestro Herr Liszt les decía que ellos debían aprender Historia y Geografía y no leer otros libros como de exploradores, que era los que Bruno leía pero él no lo haría cambiar de opinión, de grande él quería ser un explorador y seguirá leyendo sus libros de exploración que tanto amaba.
Y así fue la vida de Bruno las primeras semanas de su estancia en Auchviz hasta que llego el momento en el que él decidió salir de casa porque se le dio la idea de crear un columpio en una parte del lugar del que veía desde su ventana. Decidió pedirle ayuda al Teniente Kotler, quien en ese momento en el que el salió a pedirle ayuda, estaba teniendo una que Gretel consideraba una interesante platica, no quería interrumpir, puesto que su hermana se pondría furiosa con ella pero tenía que hacerlo, quería construir su propio columpio con una llanta. Así que le pidió ayuda y soporto las miradas de Gretel, y los pequeños insultos que en ese momento no le interesaban. El teniente Kotler le dijo a Pavel, el cocinero de la familia que buscara en alguna parte de la casa una llanta que no sirviera y le ayudará a construir el columpio que Bruno quería, y a pesar de que Kotler trató muy mal a Pavel, éste fue e hizo lo que el teniente le pidió. Lo hizo y Bruno muy complacido se columpio, primero despacio y después muy fuerte. Pavel lo veía desde la ventana, y sabía que en algún momento se caería si seguía columpiándose de esa manera y sí, así fue. Bruno se cayó y golpeó su cabeza y raspo su rodilla, a lo que Pavel rápidamente reaccionó y fue a levantarlo, y lo trajo hacía la cocina para desinfectarle y ponerle un apósito en su rodilla lastimada. Bruno se preguntaba ¿Cómo era que Pavel sabía sobre curar su rodilla si él era un simple cocinero? Pavel le dijo que antes practico medicina pero Bruno no le creyó.
Días después tomo otra decisión, esta vez sí cambiaría su vida para siempre, él no se imaginaría que un punto que se convirtió en una manchita, que se convirtió en un borrón, que se convirtió en una figura que se convirtió en un niño cambiaría su vida, y la de sus padres para siempre.
Decidió ir a explorar por el camino que se encontraba aquella vereda en donde estaban todas esas personas con el pijama de rayas que tanto llamaban su atención, así que caminó y caminó en busca de algo que pudiera encontrar un explorador como él y lo único que pudo ver fue una manchita, que se convirtió en un borrón, que se convirtió en una figura que se convirtió en un niño y Bruno se asombró y se alegro de poder encontrar a un niño con el que tal vez pudiera jugar a ser exploradores ahora que se sentía muy solo en esta nueva casa pero lo que él no sabía era que no debía juntarse con él porque lo que se había encontrado era un niño Judío de los que su padre tenía recluidos por la orden del Hitler, el furias.
Y así fue que Bruno se hizo amigo de un niño Judío, con el que no debía juntarse pero no sabía. Después de ese día hablo con él, y comenzó a ir todos los días después de las clases con Herr Liszt mientras que su madre tomaba una siesta y así nadie podría darse cuenta de que se salía. Bruno veía a Shmuel, quien así se llama ese niño que había encontrado y se había hecho su amigo, que era demasiado flaco, Bruno creyó que tal vez no comía bien o que detrás de la cera donde éste se encontraba no le daban de comer, así que le llevaba lo que él podía, ya fuera queso o algún postre que hayan servido en su casa para comer.
De este tema procuraba no decírselo a nadie porque quizá ya no lo dejarían ir a visitar a su amigo, y decidió guardar el secreto. El quería saber porque Shmuel no podía salir de ahí, él quería que él saliera a jugar con él pero no, simplemente no podía. Se llevaba sus libros de exploradores y le leía a Shmuel o se ponían a platicar de cualquiera tema que pudieran sostener dos niños de tan solo 9 años. Bruno llegaba a contarle de su casa en Berlín, de cómo la extrañaba mientras que Shmuel le contaba que no sabía ni siquiera el por qué se encontraban ahí, que antes de irse cambiado de lugar de vivienda, los soldados habían derrumbado un gran muro y tenían que quedarse muchas personas en una habitación también llego a contarle que Luke, su compañero de habitación lo llegó a golpear.
Cuando Bruno iba a leer uno de sus libros de exploradores que su padre le había regalado y se encontró con el Teniente Kotler saliendo del despacho de su padre, al que él le tenían prohibido entrar a menos que fuera importante. El teniente lo molesto un poco y Bruno se enojo, pero a sus 9 años ¿Qué podía hacer Bruno con una persona que era 10 años más grande que él? Absolutamente nada, así que después de que éste lo molesto, se fue de ahí y se encontró a Shmuel en su cocina limpiando unos vasitos ¿Qué hacia su amigo –que nadie sabía que era su amigo- ahí? Shmuel también se sorprendió al verlo ¿cómo podía vivir su mejor amigo en la casa del comandante que los tenía encerrados? Bruno se acercó a el y al tener una pequeña platica le digo un poco de comer, que Shmuel al principió rechazaba pero terminó cediendo, puesto que tenía demasiada hambre. Pero estos dos niños no tenían pensado en que el Teniente Kotler, quien fue el que había traído a Shmuel a limpiar los vasitos de la casa de Bruno porque los dedos de él eran pequeños y delgados y podía limpiarlos con facilidad, los había casi cachado de que Bruno le diera de comer a Shmuel, pero el teniente pensó que éste había robado algo de la casa, que no era cierto. Bruno se sintió culpable de que lo regañaran por culpa de él, que no era su culpa, pero él así lo sentía.
Después de más o menos un año que Bruno había llegado a su casa y encontrado a María recogiendo sus cosas. Sus recuerdos de la vida en Berlín casi se habían borrado de su mente. Iba olvidando de quienes habían sido sus tres mejores amigos para toda la vida. El teniente Kotler había sido trasladado a otro lugar y era seguro de que ya no iba a volver, y Gretel, su hermana había estado inconsolable, porque según los pensamientos de Bruno, a su hermana le gustaba el teniente.
Su madre, tiempo atrás había decidido que quería volver a su casa porque ahí no era seguro, ni higiénico para sus hijos que en algún momento se habían llenado de piojos y habían tenido que rapar a Bruno así que la madre al parecer podía salirse con la suya al tener esto como escusa a su esposo para regresarse a Berlín.
Y así fue, el padre de Bruno decidió que su esposa y sus dos hijos iban a regresar a Berlín, pero sin él. A Bruno no le había gustado mucho esa idea de regresarse a su anterior casa sin su padre, pero tenía que hacerlo. Lo que más le preocupaba era ¿Cómo le iba a decir a Shmuel que tenía que regresarse y quizá ya no se verían más? Que Shmuel no podía simplemente salir de ahí e ir a visitarlo en Berlín, pero Bruno tenía la esperanza de que tal vez así pudiera ser, pero no, así no podía ser, no era tan fácil que un judío que las personas como Bruno, odiaban.
El día después de que Padre le dijera a Bruno que pronto volvería a Berlín, Shmuel no fue a la alambrada como era habitual. Tampoco apareció al día siguiente. El tercer día, cuando Bruno llego allí, no estaba; espero diez minutos y estaba a punto de volver a casa, sumamente preocupado por tener que marcharse de Auchviz sin haberse despedido de su amigo, cuando a lo lejos un punto se convirtió en una manchita que se convirtió en una manchita que se convirtió en un borrón que se convirtió en una figura que a su vez se convirtió en el niño con el pijama de rayas que ahora era su mejor amigo, esa vez Shmuel se veía mucho mas decaído que los días anteriores, se veía tan preocupado ¿Cuál era su problema ahora? ¿Qué le había sucedido? Su padre se había perdido, y no lo encontraban y él quería que Bruno le ayudara a encontrarlo. A Shmuel se le ocurrió la idea que tal vez Bruno podría entrar ahí para que le ayudara a encontrar a su padre y que esa fuera su aventura final antes de que Bruno regresara a su casa en Berlín así que Shmuel se encargaría de encontrarle una Pijama de Rayas y que Bruno pudiera entrar con él.
Otro día más, y Bruno se había encontrado un día lluvioso que quizá no lo dejaría ir a ver a Bruno y hacer su última aventar y explorar un poco dentro de ese lugar.
Cuando por fin pudo salir, y llegar al tramo de la alambrada donde solían encontrarse, Shmuel estaba esperándolo, y por primera vez de todas las que se habían visto no estaba sentado con las piernas cruzadas y los ojos fijos al suelo, sino de pie y apoyado contra la alambrada esperando a su querido amigo Bruno.
Shmuel lo estaba esperando con unos pantalones de pijama, una camisa de pijama y una gorra de tela idénticos a los que vestía él. La ropa no parecía muy impía, pero se trataba de un disfrazo, y Bruno sabia que los buenos exploradores siempre llevaban la ropa adecuada, pero de todas formas se la puso y se echaron a andar hacia el interior del campo alejándose de la alambrada, un recorrido que Shmuel había hecho casi todos los días desde hacía un año, desde el día que burló a los soldados y consiguió llegar a la única pare de Auchviz que no parecía estar vigilada constantemente, un sitio donde había tenido la suerte de encontrar un amigo como Bruno.

Bruno pensó que en ese lugar tal vez vería cosas maravillosas, y que se sorprendería al ver que tan hermoso podía llegar a ser, había imaginado que en las cabañas vivan familias felices, algunas de las cuales quizá al anochecer se sentarían a fuera en mecedoras y los niños jugarían con los demás niños de sus edades. Lo único que había era grupo de individuos sentados, con la mirada clavada en el suelo y expresiones de espantosa tristeza, todos se encontraban terriblemente delgados, tenían los ojos hundidos y llevaba la cabeza rapada, por lo que Bruno dedujo que quizá allí también había habido una plaga de piojo, pero no era así y él no sabía. Ese era un lugar en el que no debió si quiera haber puesto los pies, ni haberse puesto ese pijama ¿Qué diría su padre si lo viera ahí? Nadie se imaginaria que el hijo de el comandante se encontraría ahí. Buscaron al padre de Shmuel pero no encontrar ni una pista de donde podría estar, quizá y estaba muerto ¿quizá no? Pero nadie sabría con certeza que habría pasado con él.
Nadie se imaginaria que un niño de tan solo 9 años de edad, quien por una aventura de exploradores no pudiera salir de un campo de concentración donde su padre mandado por Hitler (el furias) tendría a personas judías reclutadas en un lugar tan espantoso, pero muchísimo menos se imaginarían ¿Qué estaría haciendo el hijo de un prestigiado comandante? Bruno no pudo salir de ahí, simplemente hacía preguntas a su mejor amigo Shmuel, pero él tampoco tenía respuestas a como Bruno podía salir de ahí, él se encontraba demasiado asustado al no saber que estaban haciendo todos esos soldados al juntarlos en bolita para meterlos a una cámara de gas, donde desgraciadamente, todos murieron. No hubo ningún sobreviviente, ni siquiera Bruno, el hijo del comandante pudo salvarse ¿Qué haría su padre si se enterara que su hijo había muerto… por su culpa, pero que no lo era? Nada, no podría hacer nada, ahora Bruno estaba muerto y nadie sabía nada de él ¿Qué paso con las ganas de ser un gran explorador al ser grande? Simplemente esas ganas se esfumarían, ya no existían. Bruno ya no existía.
¿Qué paso cuando sus padres no encontraban a Bruno? Lo buscaron, claro que lo buscaron con la esperanza de que algún día podían llegar a encontrarlo, pero no pasaría. Su madre y Gretel se la pasaban llorando imaginando ¿que pudo haber pasado con su hijo y hermano de tan solo 9 años? No habría ninguna respuesta.
Pasó tiempo y Padre se había quedado en Auchviz un año más, quien acabo ganándose la antipatía de los otros soldados, a quienes trataba sin piedad. Todas las noches se acostaba pensando en Bruno y se levantaba pensando en él. Le llego la idea de elaborar una teoría de que había podido ocurrir y volvió al tramo de alambrada donde un año atrás habían encontrado la ropa de su hijo. Ese lugar no era especial ni tampoco muy diferente. Padre exploro un poco, como su hijo lo hacía y descubrió que la base de la alambrada no estaba pegada al suelo como en los demás lugares de alambrada y que cualquier persona pequeña, como de la complexión de su hijo de tan solo 9 años podía pasar por ahí y llegó a la idea de lo que pudo haber pasado. Su hijo había pasado por ahí y había muerto, era todo lo que ahora sabía.

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